El Poder de la Palabra: La Revelación

De lo que llena el corazón,
habla la boca.
 Mateo 12:34
La palabra tiene poder. En un texto llamado botella al mar para el dios de la palabra, Gabriel García Márquez inicia su producción con una anécdota donde descubre el poder de la palabra; poder que en ese entonces le salvó la vida. Ahora bien, sinceramente, se está consciente del papel que juega la palabra en la existencia humana; no sólo de las funciones comunicativas que van más allá de la simple expresión de la ideas, sino la materialización de un proceso cognoscitivo cuyo objetivo final no está en el otro, por el contrario, se concreta cuando el yo es capaz de comunicarlo a través de los signos convencionales que emplea la sociedad.

El Lenguaje, según Heidegger, es el instrumento ideal de la intencionalidad humana y la libertad humana; indica las emociones, los sentimientos y las ideas del hombre en un sistema de códigos o símbolos planteados socialmente; esto en un sentido práctico. Sin embargo, como función ontológica, el lenguaje se muestra como el revelador de ser, aquel cuyo origen es una manifestación de la humanidad, del yo. En este sentido el lenguaje se presenta como última etapa del proceso cognoscitivo del hombre, donde el conocimiento no se basa en lo que lo rodea, sino en la combustión interna que produce la percepción de ese contexto y la humanidad que subyace en él. Cuando el hombre logra expresar de forma concreta sus ideas y emociones a través de las palabras, y dirigirlo hacia aquello que lo inspira, esto se vuelve realidad; es decir, se adquiere comprensión total de la interpretación del ser ante el estímulo que se le presenta.

De tal manera el lenguaje es el vehículo que da una presencia activa al yo ante el y revela ante este todo lo que el yo es. Existe entonces coherencia ante lo que la boca expresa y lo que el yo es; se está de acuerdo con las palabras empleadas en la sociedad, o el lenguaje pasó a ser simplemente una muestra de la alienación con la masa amorfa en la que la sociedad se va transformando; donde a unos pocos el poder de la palabra logra rescatarlos del atropello del postmodernismo.

La comunicación en el hombre no sólo comprende el intercambio entre dos o más individuos; también implica la exploración y el conocimiento de ser oculto en el alma y vestido de piel que es el hombre. El poder de la palabra radica en la revelación del ser; la palabra auténtica pone en evidencia el compás con el que se mueve el ser y el actuar del individuo y no la charlatanería de las repeticiones banales. La palabra está siendo arrastrada al lado oscuro de la fuerza y con ella el alma de quien no hace frente ante esta situación. Tocará en un futuro, no muy lejano, sino en el minuto próximo; decidir el lado de la fuerza al cual estamos dispuestos a pertenecer.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Pascua de resurrección

Relación entre la victoria privada y la victoria pública

Los ángeles también tienen cola