La comunicación: la vacuna contra el conflicto.
La comunicación es la vacuna contra el conflicto. Estos procesos parten de una serie de fenómenos internos, que luego se evidencian en la protección de la salud del ser humano. La palabra comunicación proviene del latín comunicare, y su significado va desde la trasmisión de ideas, hasta el uso común del conocimiento. Este conocimiento inicia en comprender la realidad del yo para que se convierta en un tú y posteriormente en un nosotros; de esta manera establecemos las relaciones interpersonales.
El proceso de vacunación es una etapa que nadie disfruta, sin embargo, se le considera un mal necesario y una herramienta fundamental para el desarrollo inmunológico del ser humano. Desde un principio causa molestia, y pareciera que su única función es incomodar. La incisión de una aguja no es, precisamente, una situación de confort y más aún cuando su contenido es un germen debilitado que posteriormente generará fiebres y malestares. Aunque esto signifique una mejora en el sistema inmunológico y un fortalecimiento de las defensas, siempre se frunce el ceño ante esta idea.
Del mismo modo que procede una vacuna, procede la comunicación en medio del conflicto. Se inicia con una incisión dolorosa, de un tono nada agradable, que deja un sentimiento contaminado de debilidad, generador de dolores de cabezas, malestares y cambios de humor que pueden durar varios días. Pero, si se evalúa fríamente, el conflicto se puede considerar como una oportunidad de crecimiento personal, usando la comunicación como una herramienta en las relaciones personales; iniciando el proceso en el yo, generando los anticuerpos necesarios para el fortalecimiento del carácter y combatir las diferencias y el antagonismo.
Ciertamente estos procesos, la vacunación y la comunicación, representan un cambio, una evolución en el desarrollo del ser humano; la primera, casi siempre, finaliza en un resultado efectivo, en el cumplimiento de su propósito. La segunda dependerá del matiz que cada individuo decida aplicarle a la situación. La ciencia, a lo largo de los años, ha minimizado los márgenes de error que producían las vacunas; sólo en el futuro se podrá evaluar si el hombre es capaz de neutralizar las equivocaciones de la comunicación.
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